
Dos en un baño
—Disculpe. Creo que se le está por caer.
Ahora sí Alberto no tuvo otra opción que mirarlo.
—¿Cómo?—preguntó.
—Que se le está por caer—, repitió el hombrecito, señalando hacia abajo con la quijada. Continúa leyendo Dos en un baño
—Disculpe. Creo que se le está por caer.
Ahora sí Alberto no tuvo otra opción que mirarlo.
—¿Cómo?—preguntó.
—Que se le está por caer—, repitió el hombrecito, señalando hacia abajo con la quijada. Continúa leyendo Dos en un baño
Petiso, flaco y con un corte de pelo que parecía una peluca, abrió la puerta de la rejita baja –que, a sus diez años, apenas le pasaba la cintura- y golpeó la puerta de mi casa. Yo le avisé a mi mamá, que se encaminaba a atender. Continúa leyendo Sebastián y yo