
Sebastián y yo
Petiso, flaco y con un corte de pelo que parecía una peluca, abrió la puerta de la rejita baja –que, a sus diez años, apenas le pasaba la cintura- y golpeó la puerta de mi casa. Yo le avisé a mi mamá, que se encaminaba a atender. Continúa leyendo Sebastián y yo